Mundo Hélice




Después de visitar los rinconcitos

de tu frente, bajo en el tobogán hacia el

tamborcito que tartamudea penas,

cuando te veo injusticia.


La lluvia de una voz chiquita

como el agua desgrana fulgorcitos,

sapitos que croan hambre rota,

como la dignidad bajo la hélice,

que tritura vidrios en el corazón.

                                Eva Ruiz 

Poema 520


Me fui temprano -me llevé a mi perro-
a visitar el mar.
Las sirenas del sótano
salían a mirarme
y, en el piso de arriba, las fragatas
extendían manos de cáñamo,
creyéndome una rata
encallada en la arena.
No huí, con todo. Hasta que el flujo
me llegó a los zapatos
y al delantal y al cinturón
y enseguida al corpiño,
tal como si intentara devorarme
como a una gota de rocío
en una flor de diente-de-león.
Entonces salí huyendo.
Él me siguió. Venía detrás, cerca.
Sentía su tacón de plata
en mi tobillo y mis zapatos
rebosaron de perlas.
Los dos llegamos hasta el pueblo firme.
No parecía conocer a nadie.
me miró con dureza
y se fue, haciéndome una venia.

Versión de José Manuel Arango
Emily Dickinson