MANUEL MAPLES ARCE




PRISMA
Yo soy un punto muerto en medio de la hora,
equidistante al grito náufrago de una estrella.
Un parque de manubrio se engarrota en la sombra,
y la luna sin cuerda
me oprime en las vidrieras.
Margaritas de oro
deshojadas al viento.

La ciudad insurrecta de anuncios luminosos
flota en los almanaques,
y allá de tarde en tarde,
por la calle planchada se desangra un eléctrico.

El insomnio, lo mismo que una enredadera,
se abraza a los andamios sinoples del telégrafo,
y mientras que los ruidos descerrajan las puertas,
la noche ha enflaquecido lamiendo su recuerdo.

El silencio amarillo suena sobre mis ojos.
Prismal, diáfana mía, para sentirlo todo!

Yo departí sus manos,
pero en aquella hora
gris de las estaciones,
sus palabras mojadas se me echaron al cuello,
y una locomotora
sedienta de kilómetros la arrancó de mis brazos.

Hoy suenan sus palabras más heladas que nunca.
Y la locura de Edison a manos de la lluvia!

El cielo es un obstáculo para el hotel inverso
refractado en las lunas sombrías de los espejos;
los violines se suben como la champaña,
y mientras las orejas sondean la madrugada,
el invierno huesoso tirita en los percheros.

Mis nervios se derraman.

La estrella del recuerdo

naufragaba en el agua
del silencio.
Tú y yo

Coincidimos

en la noche terrible,

meditación temática
deshojada en jardines.

Locomotoras, gritos,
arsenales, telégrafos.

El amor y la vida
son hoy sindicalistas,

y todo se dilata en círculos concéntricos.


(Andamios Interiores, 1922)




URBE
(fragmento)

IV
Entre los matorrales del silencio
la oscuridad lame la sangre del crepúsculo.
Las estrellas caídas
son pájaros muertos
en el agua sin sueño
del espejo.

Y las artillerías
sonoras del atlántico
se apagaron,
al fin,
en la distancia.








            Sobre la arboladura del otoño,
            sopla un viento nocturno:
            es el viento de Rusia,
            de las grandes tragedias,

y el jardín;
amarillo,
se va a pique en la sombra.
súbito, su recuerdo
chisporrotea en los interiores apagados.
          Sus palabras de oro
          criban en mi memoria.

Los ríos de las blusas azules
desbordan las esclusas de las fábricas
y los árboles agitadores
manotean sus discursos en la acera.

Los huelguistas se arrojan
pedradas y denuestos,
y la vida es una tumultuosa
conversión hacia la izquierda.

Al margen de la almohada,
la noche es un despeñadero;
y el insomnio
se ha quedado escarbando en mi cerebro

¿De quién son esas voces
que sobrenadan en la sombra?
          Y estos trenes que aúllan
          hacia los horizontes devastados.Los soldados
          dormirán esta noche en el infierno.

Dios mío,
y de todo este desastre
sólo unos cuantos pedazos
blancos,
de su recuerdo,
se me han quedado entre las manos.


Manuel Maples Arce, poeta, diplomático y escritor mexicano (1900-1980). Iniciador y principal difusor del estridentismo. En 1920, publica "Tintas de abanico" pero es en 1922 con su libro "Andamios interiores" que hace uso de un lenguaje vanguardista.



En el primer manifiesto, el Actual, No. 1, recapitulaba y citaba muchos de los preceptos del futurismo, del dadá, del ultraísmo y del creacionismo.
"...El aporte principal era la nueva imagen, pero en vez de que el poema se convirtiera en una simple sucesión de imágenes sin nexo alguno entre ellas, como el creacionismo, se buscaba alguna relación que diera unidad al poema". (Entrevista a: Manuel Maples Arce, Juan Cervera Sanchís, publicado en Tierra Húmeda.)
En 1924 publicó "Urbe" y, a partir de "Memorial de la sangre" (1947) entró en un realismo social más comprometido. La semilla del tiempo (1971) recoge los poemas de distintas épocas de su vida.

Obra en prosa: "A la orilla de este río" 1964 (autobiografía). "El paisaje en la literatura mexicana" (1945), "El arte mexicano moderno" (1945), "Peregrinación por el arte de México" (1952), "Incitaciones y valoraciones" (1957) y "Ensayos japoneses" (1959).

Fuente consultada: Seminario, vanguardia de los años 20, Jorge Boccanera.
Entrevista a: Manuel Maples Arce, Juan Cervera Sanchís, publicado en Tierra Húmeda.


AL MOTOR MARAVILLOSO




















Yo que canté un día
la belleza violenta y la alegría
de las locomotoras y de los aeroplanos,
qué serpentina loca le lanzaré hoy al mundo
para cantar tu arcano,
tus vivos cilindros sonámbulos, tu fuego profundo.
¡Oh, tú, el motor oculto de mi alma y de mis manos!
¡Qué llama enloquecida se enreda en tus fogones
y hace girar la rueda líquida de la sangre
y atiranta las poleas de los músculos
para mecer los columpios súbitos de las sensaciones,
cuando corro, beso, anhelo, callo, sufro, espero, miro,
salta mi alma en una loca carcajada,
floto en sedas de suspiro
o en el charco solitario de la sombra en que me estiro
se me copia el corazón como una estrella desolada!
Y qué electricidades
se me van por los alambres calientes de los nervios
hasta el cerebro, caja de las velocidades,
azules y negras y rejas de todos los sueños...
Zumba la turbina sutil de hondos dolores
y saltan imágenes,
y hacia donde ya no alcanza el ojo triste
con sus sedientas ruedas de colores
corre el tren de las imágenes...
Y qué émbolos oscuros se agitan sin cesar,
y que carbón jadeante de soles escondidos
a todo vapor, a todo vapor,
te hace andar
cuando se me hincha el corazón de una salvaje alegría
o se me quiere romper el dolor
y de melancolía.
Motor humano: tú eres
la única maravilla de este mundo doloroso,
por tu inmortal prodigio: el beso de las mujeres,
el pensamiento firme y armonioso,
la palabra que salta rotunda, patética y viva
por la célula furtiva
que trabaja en sus telares nuestro ritmo misterioso;
teje un día la Esperanza,
otro día el sufrimiento,
otro día la alegría.
Yo siento
cuando queda tensa y viva sobre mi alma la Energía,
¡Motor de la explosión de toda la vida mía!
Hondo motor que haces de mi cólera y mi llanto
mi callada pasión y mi fuerza y mi canto,
más ligero,
más ligero,
con la carga de esperanza que es mi única conquista:
tú, la máquina del único sendero sin sendero;
yo, tu alado y sangriento maquinista.




Juan Parra del Riego (1894-1925) Poeta peruano. Identificado con los movimientos literarios de vanguardia, principalmente el futurismo. En el año 1916, formó parte de un grupo de intelectuales al que él denominó “La Bohemia de Trujillo “, y que la integraron César Vallejo, Haya de la Torre, Alcides Spelucín, entre otros. En 1921 se casó con la joven poeta Blanca Luz.
Fuente consultada: Vanguardia de los años 20, Jorge Boccanera.