EL HOMBRE QUE SE COMIÓ UN AUTOBÚS



El rascacielos es una jirafa de cemento armado
con la piel manchada de ventanas.
Una jirafa un poco aburrida
porque no han brotado palmeras de 100 metros.
Una jirafa empantanada en Andes y 18,
incapaz de cruzar la calle,
por miedo de que los autos
se le metan entre las patas y le hagan caer.
¡Qué idea de reposo daría un rascacielos
acostado en el suelo!
Con casi todas las ventanas
mirando cara al cielo.
Y desangrándose por las tuberías
del agua caliente
y de la refrigeración.
El rascacielos de Salvo
es la jirafa de cemento
que completa el zoológico edificio
de Montevideo.

.
Los amores monstruosos

El autobús desea, con todo su árbol y todo su diferencial,
a la linda voiturette de armoniosas líneas.

Poco a poco logra acercarse a su lado para
arrullarla con la moderación del motor poderoso.

La voiturette, espantada por aquel estruendo,
pega un legítimo salto de hembra elástica y huye.

De lejos, le hace adiós con el pañuelito azul del escape.

El autobús la persigue de inmediato. En su atontamiento
de paquidermo rijoso apenas salva los obstáculos
del nervioso y minúsculo tránsito callejero.

Persecución grotesca. Lo monstruoso detrás de lo alado.

El autobús se devora a la linda voiturette con los
ojos de todas sus ventanillas ambulantes.

La voiturette se despereza con los brazos
alargados de la velocidad.

De repente, se detiene junto al cordón de la vereda.
Hembra, al fin y al cabo, se ha emocionado
con la persecución empeñosa del autobús.

El autobús la ve detenida. Se le allega todo
sudoroso; cayéndosele la baba hirviente por el tapón
del radiador; todos los vidrios conmovidos; húmedos
el parabrisas, los guardabarros temblorosos; los ojos
de los faros desorbitados.

Va a detenerse. Pero -exigencias del trabajo-, el
embrague le hace seguir de largo. ¡La norma! El
autobús es para trabajar y no para enamorar
voiturettes por las calles.

Entonces el pobre monstruo padece angustia rabiosa.
Una rabia que se condensa en miradas de
odio rojo que larga por los faroles posteriores.



LAVANDO NUBES

El viento está lavando las nubes
Toma una nube negra,
la empapa en lluvia,
la retuerce enseguida,
la golpea contra el molino,
nos moja el campo,
lava el cielo,
y sale la nube blanca,
de negra que era,
para ir a colgarse
en el hilo del horizonte
a secarse.



EL ÁRBOL TACITURNO

El árbol tenía un letrero
que sólo los pájaros podían leer:
       "Se alquilan ramas para nidos"
decían las letras
que un hombre no hubiera podido leer.
A pesar del anuncio
ningún pájaro vino
a hacer su nido
en este árbol que muere de tristeza,
gacha la cabeza,
al borde del camino.



Alfredo Mario Ferreiro
De: "El hombre que se comió un autobús".

Alfredo Mario Ferreiro, Poeta, periodista y humorista uruguayo (1899-1959). Integró las vanguardias literarias del siglo XX. A su poesía se la relacionó con el futurismo. "El único futurista que he conocido. No es como el declamador itálico Marinetti, un declamador de las máquinas ni un dominado por su envión o por su rapidez; es un hombre que se alegra de que haya máquinas. También de que haya viento y potros y vidas. Es decir la realidad le da gusto," escribió Jorge Luis Borges, en Revista SÍNTESIS, Buenos Aires, año I, No. 6, noviembre de 1927.


Fuente consultada: Seminario, vanguardia de los años 20, Jorge Boccanera
http://www.archivodeprensa.edu.uy/alfredo_mario_ferreiro/textos/sobre/borges.pdf