Como una voz que se descalza y corre por el cóncavo oído del poniente a través de los mares como un náufrago, en un verde galeón a la deriva...
Allí, entre cuencas, estuarios y bahías, en el espejo encerado de las aguas donde cae a la tierra el infinito, quiero quedarme, en esta tarde que en mi piel se muere.