Sobre el poeta
Un siglo de ceibo fue iniciado
por un pájaro.
Bebió
años de lluvias a la noche. Fue creciendo
en materiales vastísimos, de tierra,
de sucias savias y motivos
sólo perdonables en la química. (Un árbol
tiene más culpa, a fondo, que un cadáver;
pero crece su ataud, se eleva a casa,
a palacio estelar, a fábrica
de fébril sudor y apogeo). Ven
a mirar su pabellón de física,
su telar de clorofila -hojas,
frutos, fornicación del polén
y bellotas nupciales: desarrollo
industrial de celulosa, activos
y pasivos, numerales columnas...
La estadística muestra
los años de labor. Y los maestros
siempre juiciosos le dedican
su fervor textual y comprensivo.
Pero, ¡Ved! un árbol
con tanta ley y majestad y células
en números redondos fue construido
para que una rama sostenga
a mediados de abril y mientras canta
¡un pájaro!
Quema
Antes de los aguaceros,
Antes del movimiento de las hormigas y de la floración
de los Corteces
Cuando cabe toda la tristeza de los campos en una sola
rama desgajada
Cuando es violenta la rigidez de las hierbas
Cuando el viento ofende como el vapor de una olla hirviente
Cuando truenan los horizontes:
Los campistos jornaleros desnudaron sus musculaturas
Y desmontaron las rondas de las milpas
Cortando a tajo el monte y los rayos solares
Que se quebraban sobre las hojas de acero ofuscando la
vista de los zopilotes y de las oropéndolas.
Montones de extenuadas hierbas y lianas amputadas
Yacían tendidas bajo la investigación de las gallinas y perdices
Que escarbaban curiosas y rápidas como buscando un tesoro
desconocido.
A las doce del día miércoles 18 de abril
Antes de los aguaceros,
Antes del movimiento de las hormigas y de la floración
de los Corteces
Cuando cabe toda la tristeza de los campos en una sola
rama desgajada
Cuando es violenta la rigidez de las hierbas
Cuando el viento ofende como el vapor de una olla hirviente
Cuando truenan los horizontes:
Los campistos jornaleros desnudaron sus musculaturas
Y desmontaron las rondas de las milpas
Cortando a tajo el monte y los rayos solares
Que se quebraban sobre las hojas de acero ofuscando la
vista de los zopilotes y de las oropéndolas.
Montones de extenuadas hierbas y lianas amputadas
Yacían tendidas bajo la investigación de las gallinas y perdices
Que escarbaban curiosas y rápidas como buscando un tesoro
desconocido.
A las doce del día miércoles 18 de abril
Avanzó chillonamente una enorme hoguera anaranjada
Y la seca hojarasca
Se levantó aletargada en nubes pesadas y sucias como una
manada de cerdos.
Las llamas corno pisándose sus largas túnicas rojas
Avanzaban y caían sobre los siete meses de sequía.
Oprimidas por el humo aplaudieron estrepitosamente miles
de alas desesperadas
Con la nerviosa emoción de las grandes tragedias.
Los cuatro costados del campo ardían avanzando hacia el centro
Y las víboras y los sinuosos cascabeles
Y las gruesas boas atléticas
Y el jaguar entorpecido por las resinas humeantes
Y el congo de quejidos cavernarios
Y el sajino rechoncho y trepidante
Y el coyote aullador de las noches perdidas
Acudían a un solo lugar que poco a poco se enfurecía en su
temperatura
Y se llenaba de chispas desprendidas y de explosivos tizones
amenazantes.
Rápidamente avanzaba en olas amarillas el mar encendido
y ardoroso
Y junto al chirrido chamusqueante de las llamas devoradoras
Vibraban en un trozo de sonoridades lastimeras
Gruesos aullidos
Silbidos venenosos
Ronquidos burbujeantes
Mientras blanqueaba de espuma la trompa rabiosa del coyote.
Nosotros subimos a los árboles circundantes
Para presenciar el cierre completo del círculo infernal
Y miramos en las altas puntas de un pochote úncio y barbado
Las cabezas pequeñas y ansiosas cuyas lenguas bífidas
temblaban
Y en el tronco del viejo gigantón crapuloso y hostil
Al jaguar enloquecido girando y describiendo el estrecho
horizonte de su angustia
Mientras saltaban hacia el tronco con los ojos inmensamente
desorbitados
Los pequeños animales temblorosos e impotentes.
Con furia las llamas y el humo
Cerraron sus mandíbulas candentes
Al tiempo que un grito indefinible y humano
Hería la tranquilidad de los lejanos animales a salvo.
Luego escuchamos la sacudida tremulenta de la tierra
Al caer vencido como un mártir el viejo pochote incinerado
Y las víboras negras y las crispadas raíces
Se confundían en el extremo tormento de tizones y de cenizas
encendidas.
(Llanerías de Boaco.)
De: Poemas Nicaragüenses
Abuelo en la noche
Esta es la casa que he perdido
habito en ella en sueños
y no quisiera hablar de ella después que todo
[ha sido consumado.
Mis hijos han edificado sus casas en Babilonia
y yo atravieso el desierto para pasar
[veladas con ellos
escuchando afuera, al borde de la puerta impotente
el ruidoso río de automóviles que
[filtra sus aguas turbias en el umbral.
Hablamos de esto y de lo otro en la
[apretada salita
como conspiradores bajo el sofocante
y ordenado itinerario de los relojes
porque todos trabajan, duramente,
invirtiendo su vida en el negocio de perderla
y llegan llenos de cifras como
[los carpinteros de virutas
fatigados de información. Entonces,
[si yo recuerdo
si fácilmente caigo en las viejas historias
si abro para ellos las puertas de la casa
abren los ojos y me reconfortan con su alegría
--piensan tal vez que es posible el retorno--
porque ellos vivieron, ellos nacieron
[y se criaron
en la casa que perdimos
en la vieja casa grande junto al río
donde yo vuelvo ahora
donde yo vuelvo siempre
apenas cae un poco de sueño en mis ojos vacíos.
De: Esos rostros que asoman en la multitud
El niño
El niño
que yo fui
no ha muerto
queda
en el pecho
toma el corazón
como suyo
y navega dentro
lo oigo cruzar
mis noches
o sus viejos
mares de llanto
remolcándome
al sueño.
De: Cantos de Cifar
Pablo Antonio Cuadra (1912
- 2002). PAC, como habitualmente se lo conocía, incursionó en la poesía,
el ensayo, el teatro, la crítica y las artes gráficas. Fue considerado por
Octavio Paz como uno de los grandes poetas de Centroamérica. En 1929, junto a José
Coronel Urtecho y Joaquín Pasos fundó el grupo
literario Vanguardia.
Introdujo en la poesía nicaragüense la temática nacional, la oralidad y el lenguaje coloquial.
Desde 1964 dirigió, hasta su
fallecimiento, la Academia
Nicaragüense de la Lengua. También, fue Rector de la Universidad Católica de
Managua (Nicaragua), fundador y director durante más de
cuarenta años de la revista cultural El pez y la serpiente.
Entrevista con Floriano Martins Publicado en la Revista Andrómeda de San José, Costa Rica, 1989