"La palabra, fogonazo entre el deslumbramiento y el hartazgo"


                                                                       

OJOS DE LA PALABRA
                                      
A Octavio Pineda

La palabra,
fogonazo entre el deslumbramiento y el hartazgo,
viaja sobre los hombros del enigma.
¿No quiere ver? (Ve sin querer): estrellas que atraviesan usinas de ceguera, correntadas de nadie.
Es iguana en la roca calcinada, una pata en el aire, la otra
en el infierno.
Su cuerpo breve da una sombra inmensa.

Quieta no se está nunca por el fuego cruzado de la sangre.
Un chasquido de lengua la echa a andar por baldíos
donde lo ruin humea y pudre el aire.
A horcajadas, con los ojos vendados. No quiere ver.
(¿Ve sin querer?): bolsas de estiba, dientes de nicotina,
y un corazón sin aparente anhelo que acampa en el vacío.

Esa palabra lleva en su aliento un viaje, un detenerse,
un continuar.
Sus patas diminutas lo tocan todo por primera vez.




LLUVIA NEGRA


Brutal es el insomnio de la máquina,
su noche al rojo blanco,
la lluvia atronadora de viruta negra.

En el aserrín de los grandes talleres
olfatea vagones del sueño y escucha las botas contra el piso:
un desfile incesante de soldados de plomo.

Pero unos y otros equivocan el rumbo,
los soldados se funden, el tren se desbarata.

Brutal es el desvelo de la máquina.
La gran lámpara roja oscila en los galpones de escoria
y estropajo,
donde vela por siempre su fulgor sumergido.

Fondeados en los tinglados que la noche agranda,
los ojos helados de la máquina cuentan sus monedas de polvo,
sus ovejas de fierro, sus rebaños de nada.



Manjares


"Los hombres que cocinan", dice el profesor Tauro,
no en las enciclopedias. En la calle,
a quien quiera escucharlo: fritangas de coraje, vino
espeso, chocolate de perlas.

Sentado en una mesa del bar El Lobo Púrpura, cerca
del Puente Negro, desliza pensativo
mole de guajolote, tamales de paciencia.
Y tiende en el suspenso un mantelito a cuadros.
Perdices estofadas en globos historieta.
Se le hace agua a la boca.

¿La obseción de su vida? Una bestia emplumada.
¿La niña de sus ojos? El jabalí adobado.
Gentilhombre. En la calle da el verbo "aderezar".
Donde ayer hubo piedras, confitura de arándano.
Salpicón de cordero donde ayer hubo frío.
Donde una vez el odio, se levanta un asado.

Frutas cristalizadas bajo lámparas suaves
y al que quiera escucharlo: carnero a la jalea,
vinagreta, uvas negras.
Te encomiendo mi alma: lechoncillo, jengibre.
Se relame (osobuco), se le hace agua (salsita).
Grandes papas doradas como besos,
faisanes gratinados, caldereta, potajes.

Caviar del pensamiento y motivos de árbol de ají.
"Los hombres que cocinan,
encontraron el modo de evitar el suicidio."


REPTIL MAGAZINE

Es inútil,
jamás entenderías a este corazón de dinosaurio
porque has sido educada para el corazón de
otras especies,
animales domésticos,
cuya pelambre con aroma de cedro y azucena
es más que necesario en estas épocas,
gallináceas de fastuosa cola
plumaje verde con visos azules y dorados.

Un dinosaurio nunca ha sido ascendido en su trabajo
ni ha sido condecorado nunca,
ni siquiera ha protagonizado un film de amor,
más bien resulta incómodo su abrazo,
ilegible su letra,
incomprensible su cuota de alcohol diaria
y lo que es más,
esta piel cuaternaria no comprendería nunca
las complicidades y pactos de hoy en día:
mente ágil,
disciplina,
popularum-progressio.

Yo sé bien que es inútil,
quizás en otros días,
después del maremoto anunciado por los sabios
ilustres,
antes del gran diluvio,
alguna vez,
quién sabe.
Pero ahora es inútil,
porque has sido educada para otros menesteres.
Nunca el insomnio
cabalgando en esta música de besos,
encuentros insolentes,
el deseo de pastar en los campos prohibidos
y la entrega total,
de cabo a rabo.

Ahora,
recoge con cuidado tus manecillas suaves y tus
labios ociosos,
tu cabello de seda y esa voz aflautada que entre sorbos
de té solía decir: "mañana será otro día" .
Ha de haber sido horrible
haberte visto emvuelta de pronto en este embrollo.
Tamaño lío
haberte enamorado por un instante de este corazón
de dinosaurio.
Además,
nunca hubieras podido dormir con mis latidos
como de clavicordio y de tormenta.
Con estos ojos tristes, quién hubiera podido,
mi pequeña.


HABLAN LOS OJOS DE NAZIM HIKMET

Sobre mi mano,
la mitad de una manzana brilla.
La otra mitad está sobre una mesa a miles de
kilómetros de aquí.
Es imposible morder esta mitad
sin que duela el vacío.


EL PELUQUERO


Asentaba navajas en un listón de cuero,
porque era su trabajo arrancarle a los rostros
sus animales muertos.
Hacia barba y bigote para el espejo atestado de gente.
Su navaja pulía aquella superficie, rasuraba los rostros
del espejo y haciendo su trabajo,
¿afeitaba el espejo?

Era más chico que un tarro de gomina Brancato
mi abuelo,
pero una cabeza más alto que la muerte.
Invitaba al cliente sacudiendo una toalla
y el cliente ocupaba aquel sillón Dosetti de
madera y entraba en el espejo.
El estilista hablaba solamente con su tijera
y cuando ella por fin tenía la lengua desgajada
hacia un lado, el decía: "servido".
Mi abuelo maquillaba al espejo con estrellas
de talco y usaba un pulcro saco blanco.
La muerte -que es prolija- le envidiaba su colección
de peines.
Un día la muerte que hojeaba una revista deportiva,
dijo: "me toca a mí",
y ocupó aquel sillón, despatarrada y con un remolino en la cabeza;
Tiene un pelo difícil", dijo sin voz mi abuelo.
Después, la muerte asentó su navaja y haciendo su trabajo,
¿rasuraba el espejo?.
El peluquero se marchó bajo un cielo cualquiera
con estrellas de talco.
El espejo se pasó la mano por la cara afeitada,
suave, como un recién nacido.

Jorge Boccanera (Buenos Aires, 1952).

Maestro de poetas

Integra la constelación de las voces mayores de la tradición poética latinoamericana. Su temprano exilio y sus innumerables viajes por México, Guatemala, Nicaragua y sobre todo Costa Rica, donde vivió ocho años, le dieron el marco a su obra "Palma Real", merecedora del premio Casa de América de España 2008.
A propósito de su residencia en México dice Margarito Cuellar en la revista La otra, en ocasión de haber recibido el Premio López Velarde del Festival Internacional de Poesía de Zacatecas 2012, "México no fue un exilio para nuestro poeta sino una extensión de su patria, que ya no lo dejará ir, sus versos suenan cada vez más fuertes en nuestras calles".
"Cada palabra, antes que la escriba, mira a su alrededor" decía Kafka, y esto es exactamente lo que ocurre en la poesía de Jorge Boccanera. Hay diversos estudios realizados sobre su poesía pero que mejor que quedarnos con su propia reflexión: “Te diría que la poesía se construye tallando un gran roca de silencio”.

Libros publicados: Los espantapájaros suicidas (1973), Noticias de una mujer cualquiera (1976), Contraseña (1976), Música de fagot y piernas de Victoria, (1979), Poemas del tamaño de una naranja (1979), Los ojos del pájaro quemado (1980), Polvo para morder (1986), Sordomuda (1990), Bestias en un hotel de paso (2002) y Palma real (2008). 

Sus poemas fueron reunidos en las compilaciones personales: Marimba (1986), Antología poética (1996), Zona de tolerancia (1998), Antología personal (2001), Poemas (2002, Servicios de insomnio (2005), Tambor de jadeo (2008) Sombra de dos lugares (2009) y Cuaderno del errante (2009). En 2007 apareció en México el CD Jadeo del viaje, con una selección de poemas en su voz.

Premios: Casa de las Américas (Cuba, 1976), Nacional de Poesía Joven (México, 1977), TEA de Periodismo (Argentina, 2007), Internacional de Poesía “Camaiore” (Italia, 2008), Casa de América (España, 2008), “Premio Internacional de Poesía Ramón López Velarde” (2012), otorgado en México por la Universidad Autónoma del Estado de Zacatecas y el Festival Internacional de Poesía.

Desde el 2004 dirige la cátedra de Cátedra de Poesía Latinoamericana de la Universidad Nacional de San Martín.