Adam Zagajewski, "Intenta celebrar el mundo mutilado"






Adam Zagajewski (1945-2021) nació en Lvov, Polonia, actualmente, Ucrania. Poeta, ensayista y traductor, pertenece a la llamada generación de poetas del  98, caracterizada por su compromiso político, junto a Julian Kornhauser, Ewa Lipska, Ryszard Krynicki y Stanislaw Baranczak, entre otros. Además, de haber recibido numerosos premios de la talla del Princesa de Asturias (2017), Heinrich Mann(2015), Neustadt (2003), su nombre resonó fuerte en los pasillos de la Academia Sueca como posible candidato al Nobel. Sería injusto no recordar a los dos Nobeles que tiene en su haber la lírica polaca: Czeslaw Milosz y Wislawa Szymborska.

Aunque sus primeros libros gozaron de una solidez y estética bien determinada desde sus comienzos, fue después de aquella  poesía emparentada con lo que él mismo denominó “poesía cívica”, de haber sufrido la censura de la Polonia comunista, de su autoexilio en Paris y EEUU y de su ensayo sobre el compromiso político de los escritores,  Solidarnosc i samotnosc (Solidaridad y soledad), que su poesía se fue volviendo estéticamente más independiente. Sin abandonar ese compromiso cívico, circunscribiéndolo al campo periodístico, afirmó en una entrevista: "la poesía está en otra parte, más allá de las inmediatas luchas partidistas, e incluso más allá de la rebelión, aun la más justificada, contra la tiranía”.

Despojado de tales circunstancias exteriores, con esa amalgama de sentido, de errancia, de misterio, de sueño perdido  el poeta construye luz, construye epifanía. Una poesía que une el arte con la música de las palabras: Seurat, Münter, Chardin, “quería escribir como Gustav Mahler componía”. Una poesía escrita con todos los lugares donde el poeta ha vivido, con nostalgia, desarraigo, fronteras divididas, maletas y territorios anexionados, observaciones históricas, filosóficas y lo más profundo de nuestra condición de humanos, “de como ser humanos”.  

 En su poesía hay un equilibro perfecto entre lo sublime y lo cotidiano expresado en un tono sereno. “Es una búsqueda de resplandor” como escribió en uno de sus poemas a propósito de la poesía.Su poesía clara, mística, por lo tanto atemporal, no deja de estar afianzada en su tradición y contemporaneidad. Para Zagajewski, la poesía ha de lograr una alquimia entre "ironía y éxtasis" y el poeta es alguien "consciente de la historia".

“Miles de los neoyorquinos, en una ola de terapia colectiva, arrancaban los versos del Adam Zagajewski  y los pegaban en los lugares de trabajo, en las calles o los enviaban vía Internet a sus cercanos”, cuenta Xavier Farré en su traducción: Tejido Múltiple, Adam Zagajewski, Tierra del fuego. Ocurrió un día después de los atentados del 11 de septiembre cuando su poema “Intenta celebrar el mundo mutilado” apareció publicado en la última página del The New Yorker.

Es el poeta que nos recuerda que mientras el horror sucedía en el mundo seguían existiendo los cuadros de Vermeer y la música de Bach.


Intenta celebrar el mundo mutilado.

Recuerda los largos días de junio  y las fresas silvestres,
las gotas de vino rosé.
Las ortigas, que con esmero cubrían
las fincas abandonadas de los exiliados.
Tienes que celebrar el mundo mutilado.
Miraba los yates y los barcos lujosos;
uno de ellos tenía un largo viaje por hacer,
 a otros les aguardaba sólo un vacío salado.
Viste a refugiados con rumbo a ninguna parte,
oíste a verdugos que cantaban con gozo .
Deberías celebrar el mundo mutilado.
Recuerda los momentos cuando estabais juntos
en una habitación blanca y se movió la cortina.
Vuelve en pensamientos al concierto, al estallar la música.
En otoño cogías bellotas en el parque y las hojas
se arremolinaban en las cicatrices de la tierra.
Celebra el mundo mutilado,
y la pluma gris que un tordo ha perdido,
y la luz delicada que yerra y desaparece y regresa.


El poema fue traducido del polaco por Clare Cavanagh y editado en Adam Zagajewski Without End. New and Selected Poems. Farrar, Straus and Girouoc Nueva York, 2002.