Por la noche los gatos de Antonio Cisneros

 


José Emilio Pacheco nombra a Antonio Cisneros en su gran poema “Birds in the night”,  el escritor Sidney Sheldon en su novela “El capricho de los dioses”, evidenciando su destacado lugar en el contexto mayor de la poesía latinoamericana.

La poesía  de Cisneros se encuadra en el centro de la lírica peruana de los años 60, a la que aportó, innovación, una forma distinta de medir el dialogo entre la realidad y la expresión de esa realidad, un collage de tiempos y de temáticas, desmitificación de ideas acuñadas como sagradas y una aguda crítica a las grandes palabras de la cultura hegemónica.

A través del lente de la ironía y el escepticismo, con un verso coloquial, dúctil, reminiscente de la poesía de lengua inglesa, especialmente de los magnos maestros de la tradición anglosajona contemporánea  y, a la cual le atribuye Cisneros  “una frescura, un verdor, un gusto por la imagen y no por la metáfora, la cotidianidad, el humor, un poderoso elemento narrativo y al mismo tiempo la densidad de lo sencillo”, que bien se puede aplicar a su poesía y le confiere ese vigor tan particular que la caracteriza.   Es bueno recordar  que Cisneros seleccionó, prologó y tradujo una nutrida antología de "Poesía inglesa contemporánea" (ed. bilingüe) que salió en Barcelona bajo el sello Carlos Barral. Además, del  británico Thomas Stearns  Eliot y los norteamericanos Ezra Pound y Robert Lowell habría que sumarle en términos hereditarios, la crítica y el efecto de distanciamiento del alemán Bertolt Brecht y, como bien lo señala Jorge Boccanera en su talante conversacional y en su prosaísmo “a esa otra vanguardia de la que habla José Emilio Pacheco, deudora de la New Poetry,  que inicia con El soldado desconocido (1922) del nicaragüense Salomón de la Selva”.

“Como blasfemo o como creyente”, explícito o subyacente, sin caer en la ideologización, la temática religiosa está presente en toda la obra de Cisneros y desemboca en el reclamo social.  Se asoma en David y Comentarios Reales (1964), toma cuerpo en El libro de Dios y de los húngaros (1978) y se pluraliza en Crónica del niño Jesús de Chilca (1981).

 Más allá de la interpretación de algunos críticos como una actitud política y de relacionarlo con la teología de la liberación, en tanto se hable de cristianos se tiene que hablar de palabras como comunidad, fraternidad, solidaridad, palabras que ha utilizado el poeta al referirse a su libro Crónica del niño Jesús de Chilca.

Como bien lo explica su gusto por la poesía anglosajona, Cisneros opta por la imagen sinestésica  y no por la metáfora,  el símil entre cosas concretas y tan distantes como “ese taxi brillante como hoja de afeitar” y las comparaciones “tus parpados se ofrecen como livianas sombras bajo el sol”. El versículo “que se alarga y enrosca como una serpiente”, es el  vehículo con el que Cisneros enlaza lo urbano y lo natural, “lo público y lo privado, lo domestico y lo histórico, lo individual y lo colectivo, lo literario y lo popular, lo solemne y lo burlón, lo poético y la jerga”.

Por sus diferentes roles de escritor, traductor, profesor de literatura y poeta, visitó e incluso residió en diferentes países alrededor del mundo y más tarde consideró que buena parte de sus libros eran “cuadernos de bitácoras de esos viajes”. El poeta que nunca pudo vivir lejos del mar, desde una conciencia suprapersonal se implica en la realidad, configura sentidos contestatarios y le da voz a los que no tienen vos. Despelleja la historia, la reescribe, examina a los hombres de distintas épocas, superpone elementos disimiles, sublimiza su zoofobia, recrea canciones, intertextualiza, transita con desparpajo los temas eróticos, pone humor en el corazón de la rigidez canónica, pone frescura. 

 Desde lo que Boccanera definió  como “spleen baudelaireano”, consustancial al desengaño extremo, con conciencia social, mirada crítica y estilo irónico,  Cisneros ha desnudado la historia y las promesas incumplidas del devenir y, con palabras como “mercaderes”, “negocios” y “matanzas” ha erigido una deslumbrante poesía.

El poeta que se pasea en forma natural por el poema de Pacheco o en la novela  “El capricho de los dioses” de Sidney  Sheldon, construyó epifanía desde la irreverencia  y postuló una relectura de la historia desde la visión poética, nada menos.

 

 Medir Y Pesar Las Diferencias A Este Lado Del Canal

 
Desde la Torre de Vidrio veo las colinas blandas y oscuras
    como animales muertos.
El aire es negro, susceptible de pesarse y ser trozado, y
              usted no podrá creer que alguna vez
              sobre este corazón ha estado el sol.
Los automóviles de los estudiantes son más numerosos
   que la yerba y ellos los vigila
desde la Torre de Matemáticas, la Torre de las Lenguas
Modernas,
la Torre del Comercio,
la Torre de Ingeniería,
la Torre de las Tazas de Té,
la Torre de Dios.
Los profesores miran también sus automóviles, con poco
   disimulo. Y si usted se descuida
terminará por creer que éste es el mundo
y que atrás de las últimas colinas sólo se agitan el Caos,
   el Mar de los Sargazos.
Aquí se hornean las rutas del comercio hacia las Indias
y esa sabiduría que pastamos sin mirar nuestros rostros.
Usted gusta de Kipling, mas no se ha enriquecido con la
Guerra del Opio.
Gusta de Eliot y Thomas, testimonios de un orden y un
   desorden ajenos.
Y es manso bajo el viejo caballo de Lord Byron.
                    Raro comercio éste
Los Padres del enemigo son los nuestros, nuestros sus Dioses.
              Y cuál nuestra morada.
Las muchachas caminan despreocupadas y a pesar del frío
   llevan las piernas libres y ligeras:
“Oh, mi delgadita, mi brizna de yerba, ven a mí”.
                                                                                 Los muchachos
tienen la mirada de quien guardó los granos y las carnes
   saladas para un siglo de inviernos
El Fuego del Hogar los protege de los demonios que danzan
   en el aire.
Fuera de estas murallas habitan las tribus de los bárbaros
y más allá
                    las tribus ignoradas.
Lo importante es que los ríos y canales sigan abiertos
              a la mercadería.
Mientras el trueque viaje como la sangre, habrá ramas secas
   y ordenadas para el fuego.
El Fuego del Hogar
otorga seguridad y belleza: Y las Ciencias y las Artes
podrán reproducirse como los insectos más fecundos,
   las moscas, por ejemplo.
                                                                       El Fuego del Hogar
lo lava todo y estimula al olvido conveniente.
Negro es el aire, sólido, tiene peso y lugar.
Mucho ha llovido y la tierra está lisa como un lago de
   mármol,
no ofrecerá ninguna resistencia.
                                                                   Amigo Hernando,
tal vez ahora podría decirme qué hacer con estas Torres,
   con la estatua de John Donne
-buen poeta y gustado por mí-, con Milton, con el Fuego
              del Hogar.
                                                        Pero apúrese
porque las grúas altas y amarillas construyen otros
   edificios, otros dioses
otros Padres de Occidente –que también han de ser
nuestros-.
 
 De: Canto ceremonial contra un oso hormiguero
 
 
 
En las tierras más verdes
 
 
 No era maná del cielo pero había comida para todos y amor de Dios.
 De atrás del Tropezón venía el agua, pucha madre, todo el año venía.
 A veces despaciosa y pálida como muchacha flaca.
 Pero en enero cantaba más alta que los muros del canal.
 Sólo ballenas le faltaban para ser otro mar.
 De atrás del Tropezón bajaban los canales marrones y pulidos.
 
 De piedra brava de Huarochirí.
 Como el elefante de la Compañía de Jesús (una puerta en Huamanga).
 Así eran, pues, los artes de los arrieros de la sal —sobrinos de los Incas.
 Ellos limpiaban los canales como les enseñaron desde antiguo en las
 tierras más altas.
 Por ellos nos venían las lluvias de la Sierra entre las lomas y así
 honraban al Niño.
 Nosotros los honrábamos con sal. Dos cosechas de sal de las Salinas.
 Y es la primera en la fiesta de Pallas, donde el mar es azul. La segunda
 
en la fiesta de los Santos Difuntos, donde baja la niebla y el sol viaja.
 Cien parejas de llamas traían los arrieros.
 Las llamas con campanas y penachos igual que los castillos cuando
 son las fogatas.
 Pucha madre, los arrieros de Huarochirí morían por la sal como esta
 santa tierra moría por el agua.
 Era un casorio bueno, con uva y chirimoya.
 Y así se dijo:
 
 De Amorós a San Bartolito sea todo de pinos y flor-inca.
 De Chuca al Sur cultívese algodón: Una parte de algodón de la tierra
 y dos de pelo largo. En los flancos membrillos y guayabas.
 Sean las tierras de Santa María Baja destinadas al cultivo de la
 vid y a la gloria del Niño Jesús.
 Sean las tierras de Piedra León, tierras de la higuera.
 
Así se dijo, pues. Dicen que sí.
 
De: Crónica del niño Jesús de Chilca
 
 
 

 
Por la noche los gatos o mis ocho vecinos pensionados de guerra (cagnes-sur-mer)
 
 
Todos los gatos de la región son un ruido en el techo,
 igual que el de los reos fondeados entre bolsas en un hueco del río
 -ritos de amor, ritos de combate-
 hasta que se descuelgan ya muertos o cansados para asediar mi casa,
 se revuelven
 como tribus de arañas en el fondo del agua, me reclaman
 un lugar en el lecho y de comer según los usos del último tratado
 -alianza concertada con el viejo que dio nombre a los gatos,
 sembró las margaritas, los geranios
 (donde orino cuando estoy apurado),
 comió sobre esta mesa,
 durmió sobre esta cama,
 murió sobre esta cama
 como un sapo.
 Las moscas de mi mesa son las mismas que engordan en la mesa
 de mis 8 vecinos pensionados de guerra,
 son de vuelo pesado y paso torpe, mansas para la muerte, son el día.
 Por la noche los gatos.
                           Allá vuelven.
 Cierro la puerta con 2 vueltas de llave, toco madera.
 
 
 
Oh, Señor, las capsulas venados
 
Martín Adán
 
 
Oh, señor las capsulas venados que entre mi sangre viajan
 para auxilio y consuelo del páncreas más antiguo
 tinieblas son de mi alma: ballesta que me libra de la muerte
 -pena, dolor, memoria-, pero prívame así del mío humano.
 Gorrión sin ala y canto, buena sangre, altísima insulina,
 pasado que no fue ni habrá futuro, sin ya poder pastar
 esa calle de Kent en el otoño, media luna de casas, puertas verdes
 donde un caballo rojo y amarillo mordía sin apuros las lavandas.
 
De: Como higuera en un campo de golf


Antonio Cisneros (1942-2012)

Obra:   Destierro (1961), David (1961), Comentarios reales (1964), Canto ceremonial contra un oso hormiguero (1968), Agua que no has de beber (1971), Como higuera en un campo de golf (1972), El libro de Dios y los húngaros (1978), Crónica del Niño Jesús de Chilca (1981), Monólogo de la casta Susana (1986), Propios como ajenos (1989), Drácula de Bram Stoker y otros poemas (1991), Postales para Lima (1991), Poesía (2001), Comentarios reales (2003), Un Crucero a las islas Galápagos (2005), A cada quien su animal (2008) y El caballo sin libertador (2009).

Galardones: Premio Nacional de Poesía, el Premio Casa de las Américas, el Premio Cosapi de la Creatividad, el Premio Gabriela Mistral, el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, el Premio de Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval (Aguascalientes), es Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. El 8 de junio de 2010 recibió en Santiago de Chile el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, entregado y financiado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de ese país.

 

Tráfico Estiba, Obra Reunida de Jorge Boccanera

 


No hay espacios vacíos en la poesía  de Jorge Boccanera advierte José Saramago en la contratapa de su obra reunida “Tráfico Estiba” por HD Ediciones, que contiene sus once poemarios publicados entre 1974 y 2016, más un apartado que reza “La poesía es un mal necesario”, con poemas que fueron musicalizados por Alejandro del Prado, Litto Nebbia y Raúl Carnota, entre otros.
Jorge Boccanera, escritor, periodista, crítico, editor.  Su vida ha estado dedicada al quehacer literario, su amplia obra ha recibido numerosos e importantes galardones y sus poemas han sido traducidos al holandés, italiano, inglés, japonés, checo, portugués, búlgaro, francés, sueco y húngaro. “Uno de los más notables poetas hispanoamericanos de las últimas décadas”, expresó  el jurado de Casa de las Américas de Cuba, al entregarle el premio honorario de poesía José Lezama Lima, en febrero de este año.
Boccanera recorrió todo ese territorio tan diverso como sus geografías y sus pueblos, “esa América Latina que lo “latinoamericanizó”. Vivió en México y Costa Rica, conoció sus costumbres y “se consubstancio con la vida de esos pueblos”. Mucho antes, en Ingeniero White,  había crecido escuchando los tangos de su padre, Roberto del Mar, entre reuniones, tangos  y marineros que llegaban en los barcos que recalaban en el puerto.  -Teníamos una vida colectiva,  Imposible no escribir- dice, cuando lo recuerda. Con esa  fraternidad  y cercanía que lo caracteriza “mantuvo un dialogo a fondo con los escritores que le interesaban”.  Con esa amalgama construyó su personalísima voz, “una voz que es plural, porque está hecha de muchas voces escuchadas y leídas”.
Siendo muy joven  no dudo en denunciar, primero  la dictadura cívico-militar  de 1976 y luego sus crímenes,  desde cada lugar donde se encontraba. (Cuando se produjo el golpe cívico militar, causa de su exilio, estaba a la espera de recibir el premio Casa de América de Cuba por su poemario Contraseña).  Esa experiencia ligada  a la extranjería la intensifica con su recuerdo de cuando era niño y se sentaba junto a los pescadores italianos que remendaban sus redes, su madre no entendía como pasaba las horas escuchando esos dialectos.  Seguramente, la suma de todas esas circunstancias dotó a la poesía de Boccanera de un despliegue de voces,  una peculiar plasticidad y esa particularidad del exilio a la que Octavio Paz le atribuye “una tensión y un valor particular”. 
Para Jorge Boccanera “lo que uno afirma va dibujando quién es”.  Su poesía registra una honda preocupación por la problemática social tanto como por el lenguaje, es capaz de ponernos en nuevas órbitas de sensibilidad  y  revelación. Parafraseando a Jorge Luis Borges, la poesía de Jorge Boccanera no celebra, “le da gusto la vida”.
Huyó siempre de los dogmatismos, “no considera al tema político como refractario al texto poético”. Su poesía dice lo que no dice: “El sosiego de una mariposa nocturna escribe un poema político”.  
En un mundo cada vez más light, que nos esteriliza la creatividad e incentiva la liquidez en las relaciones, encontramos en su poesía, en sus reportajes y aun en sus ensayos, una honda apuesta por la magnanimidad, contra la desidia;  de la solidaridad “contra el exacerbado individualismo”; de la libertad contra todo condicionamiento. Su poesía respira imaginación, “respira deseo que es la medida de la vida”.
Su faceta menos mencionada  es la de la enseñanza,  fue profesor en los Cursos Libres de la Universidad de Costa Rica; dirigió talleres de Literatura en Costa Rica y México. Impartió cursos de periodismo en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, en Argentina. Durante varios años, ha coordinado la Cátedra abierta de Poesía Latinoamericana en la Universidad Nacional de San Martin, de Buenos Aires.  Su amplio conocimiento de la poesía y, especialmente, de la latinoamericana  ha hecho de sus seminarios en la UNSAM, una usina literaria que ha congregado a poetas y estudiantes  de todas las latitudes. Las salas, muchas veces, colmadas evidenciaban la popularidad de sus cátedras, matizadas de anécdotas, resultantes  de fraternales diálogos mantenidos con grandes escritores  y artistas en todos los lugares que ha estado.
Para Boccanera, el lenguaje está siempre inacabado, "toda búsqueda poética es una mutilación, una derrota, la expresión de una imposibilidad”. La poesía es “un trabajo con el lenguaje pleno de misterio  y ambigüedad”. En un verso dice: “Mi oficio es recibir eso que vive de anunciarse. / Ser la rama de aquello que no se posa nunca”.
En la poesía de Jorge Boccanera, continua Saramago, “Cada palabra extiende la mano hacia la siguiente, la agarra con firmeza, de modo que la intensidad de sentido se ve duplicada y luego se multiplica en un crescendo continúo…”. Su poesía fluye  matices, intuiciones, interrogantes que buscan, “raspa el hueso del habla”. “No enumera la cristalería, quiere hacerla pedazo”.
Boccanera sabe que la belleza está hecha de imposibles, dice, esa leyenda que es Juan Gelman y  continua, “por eso su palabra no se limita a nombrar cosas, las modela o remodela con sangre de la imaginación vivida en carne y hueso”.
 El tiempo, el amor, la finitud, el viaje, el exilio,  la paradoja, el cuestionamiento, la imagen, el sueño, los desaparecidos, la intertextualidad,  los espejos, la injusticia,  la imposibilidad,  la metáfora, el anhelo, el pesar y lo lúdico, son algunos de los elementos que se convierten en la arcilla con la que da a luz lo fulgurante.  Aun cuando, a veces,  utiliza  la ironía y el sinsentido,  el milagro se produce. “verdad  y belleza concurren juntas en el hecho poético”.
El mosquerío y la belleza copulan en el paisaje carcomido.
Somos apenas un jirón de la brisa esta tarde de 
se retuerce hasta juntarse con el mar y un perro
vagabundo va de un paisaje a otro.
Nos abrazamos en un reino de rafia sobre la arena
negra, los nidos de cangrejo, olas de baba roja los sargazos,
serpentina y raíces oxidadas junto joyas podridas, maderos
anudados en su mudez y el perro va adelante,



La espuma de unos cuerpos que perduran
en susurros de óxido y salitre.
Enrique Molina

octubre en Tortuguero, donde un brazo del río

sus patas dibujan estrellas de tres puntas.
El desove de la tortuga verde llena de moscas esta
esquina del mundo. En las entrañas suenan retumbos
de la lluvia. El mosquerío y la belleza copulan en el
paisaje carcomido.


Nada es verdad. Todo es exceso.



Fibras

                                                                                       a José Ángel Leyva

Asomará un venado para el que siembra tiempo, lo fabrica,
largas hojas de tiempo, muy delgadas, con hebras, cerdas,
hilos, filamentos, hilachas,

y escribe sobre el tiempo de rodillas, sobre un manto de sombras,
y camina después por la hoja en blanco donde la noche está
despierta.

Asomará el venado si el que escribe mete las manos en el tiempo
y roe, lo muerde, lo desgasta, lo adelgaza, lo vuelve tegumento,
membrana.
Cuando el tiempo -pellejo de palabras- roce fugaz el aire,
asomará un venado.



Monologó del necio


¿Quién escribe? El hambre. La voracidad escarba,
agita un esperpento con los ojos vacíos. No hay letra,
hay dentellada. Lo que repuja y muerde.
Feroz el escribir: cada tecla un muñón, clavo que raya
el muslo del silencio.
¿Quién responde? Una voz corroída. Punta
de un corazón mellado que va sobre su presa
respirando preguntas.

 Eso se come. Gula del vacío.



                                                     A Norberto Salinas



La mariposa amarilla bebe el néctar
        de la verbena.
Cada movimiento de sus alas repite
       el mismo pensamiento:
       Tengo un amigo,
       no hay número posible
       para esa suma.

 

 Obra: Publicó los libros de poesía: Los espantapájaros suicidas (1973), Noticias de una mujer cualquiera (1976), Contraseña (1976), Música de fagot y piernas de Victoria, (1979), Poemas del tamaño de una naranja (1979), Los ojos del pájaro quemado (1980), Polvo para morder (1986), Sordomuda (1990), Bestias en un hotel de paso (2002) y Palma real (2008). Sus poemas fueron reunidos en las compilaciones personales: Marimba (1986), Antología poética (1996), Zona de tolerancia (1998), Antología personal (2001), Poemas (2002, Servicios de insomnio (2005), Tambor de jadeo (2008) Sombra de dos lugares (2009) y Cuaderno del errante (2009). En 2007 apareció en México el CD Jadeo del viaje, con una selección de poemas en su voz.

 Galardones: Premio Casa de las Américas. Cuba, 1976; Premio Nacional de Poesía Joven. México, 1977Premio de Poesía Querétaro (1978); Primera Mención Premio “Caballo Verde para la Poesía”, Universidad Veracruzana (1979); Primer Finalista Premio de Ensayo Lya Kostakovsky (1994, jurado: Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Eduardo Galeano); Internacional de Poesía Camaiore, Italia (2008); VIII Premio Casa de América de Poesía Americana con su obra "Palma Real", (mayo de 2008); Premio Internacional de Poesía Ramón López Velarde, México (2012); Gran Premio de Honor Fundación Argentina para la Poesía (2012); Premio honorífico de poesía "José Lezama Lima" 2020

Ofreció seminarios, cursos y charlas en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (Argentina), Universidad de Costa Rica y Universidad de Salamanca (España). Coordinó la Cátedra de Poesía Latinoamericana en la UNSAM. 

En Periodismo fue jefe de redacción de las revistas Plural (México), Aportes (Costa Rica) y Crisis (Argentina), y editor de Otra Mirada (publicación del Centro Nacional para el desarrollo de la Mujer y la Familia de Costa Rica); integó el Consejo Editorial de las revistas Lezama (Argentina), La Otra Gaceta (México) y Dulce Equis negra (Argentina). Fue Director de la revista nómada de la Universidad Nacional de San Martín y redactor de las agencias noticiosas INFORMEX, ANSA y TELAM. Ha colaborado en diversos medios periodísticos de América Latina y España. Algunos de sus trabajos fueron seleccionados para el libro Memoria impresa, recopilación de los mejores textos del suplemento Magazin Dominical del diario El Espectador de Colombia (Universidad de Antioquia, Medellín, 1997). En 2007 le fue entregado el Premio de la Escuela TEA “Al maestro con cariño: Del periodismo, la comunicación, el arte y la vida” (Buenos Aires, 2007)

“Tocar el cielo oscuro, un lenguaje encantado para un mundo desencantado”, obra reunida de Paulina Vinderman




Paulina Vinderman, (Buenos Aires, 1944). Poeta, traductora, una de las voces poéticas más lúcida y reconocida de la poesía argentina contemporánea. Recientemente, ganadora del premio Alfonsina Storni, que cada diez años concede la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires a la trayectoria de un/a poeta. Irma Verolín, integrante del jurado, en la nota "La construcción del espacio y el imaginario argentino en la poesía de Paulina Vinderman" publicada en la revista digital, Mediaisla, reflexiona: "La imagen en la poesía de Paulina Vinderman opera por saturación de significación, es no solo un abarrotamiento del sentido, son poemas en los que la belleza parece estallar".

Si tuviera que hablar, específicamente, de la pluma de Paulina Vinderman no sabría si decir pluma o pincel o vara de encantamiento, porque muchos de sus poemas son magistrales pinturas, además música, además como ella misma dice “un lenguaje encantado para un mundo desencantado”.

Quizá su condición de viajera Incansable, recorriendo el continente desde la Patagonia hasta México; del otro lado del océano, desde Europa hasta Finlandia, le fue ampliando la respiración hasta hacerla decir “creo que, en el fondo, escribo un poema largo, un único poema” e ir adentrándose en un tono más existencial en sus libros más recientes, pero siempre con esa maravillosa cercanía de la que hablaba Borges, característica lograda desde su primer libro, editado en plena dictadura cívico-militar (1976-1983). Celebrado por poetas de reconocido prestigio como Edgar Bayley, Raúl Gustavo Aguirre, Antonio Requeni, Joaquín Giannuzzi  y con el cual descubrió, “en esa época aciaga, la fuerza de la palabra, su capacidad de subrayar lo esencial, su poder (ese al que tanto temen los tiranos), su agua de resistencia”, como lo expresa en una entrevista que le realizó Augusto Munaro, con el título de “La Poesía, un Juego Mayor”.

Su solidez lírica acuña una voz personal y diáfana desde el comienzo de su obra que fue sumando estructuras más complejas y, en sus libros más recientes, un sobrio interés por la trascendencia metafísica, un afianzamiento del “rasgo pictórico de sus poemas”, como señala Nicolás Igolnikov en su reseña, “Tocar el cielo oscuro", Obra reunida de Paulina Vinderman“

“Su poesía lleva consigo el peso –el dolor y la furia- de la existencia” señala Maria Malusardi en el prólogo de su obra reunida, “Tocar el cielo oscuro” y, en ella encontramos memoria, desolación, desplazamientos, tristeza, objetos nimios como tazas de té, soledad, trenes, habitaciones de hoteles, bares, epístolas, sueño, pinturas, una novela que no llega a ser, exploración del quehacer poético y un consecuente reconocimiento de la imposibilidad, sustancia con la que  consigue hacer visible “esa luz de otro mundo”, de la que habla en su poema dedicado a Caravaggio, “a ese interrogante que arde más que si fuera una revelación”.

En la última parte del libro, como un tesoro escondido: “Cartas del búho", inédito hasta esta edición de sus 14 títulos reunidos por Alción Editora.

En Cartas del búho, Paulina Vinderman redobla la apuesta, y construye centros de interrelación con Holan, con Yeats, con Brodsky, con Rilke… ”. Lo luminoso y lo oscuro conviven en una poesía que se abre y se descubre a sí misma, “como las raras estrellas / mudas de tanto hablar sin que entendamos su código”, imantadas de verdad de la que habla Tagore “cuando veo la belleza siento la verdad”. Su poesía no busca ser hermosa, “la belleza anda por ahí como el polvo sobre los muebles”, con la potencialidad de su lenguaje poético, de “su caligrafía de bengalas puntillosas”.

“No quiere que sea el búho el que edifique / lo quiere lejos para amarlo más”. “Y viaja hacia la música”.

 

Poemas de "Tocar el cielo oscuro / Cartas del búho".

 

Encontré una tienda de pájaros y pianos.

En un país cálido y pobre que latía

como un corazón separado de su cuerpo.

Te escribí, sobre una partitura, unas líneas

que se fundían con lo siempre vivo.

¿Era poesía?

No lo sé.

Era una alegría lastimada.

Las patitas de mis letras semejaban flores

de hielo en ese verano sin verano.

“Cantan las aves del paraíso aunque no tengan

ninguna rama donde posarse.”

 

 

Una prisión arbolada no es una prisión.

Mi raíz se ufana al hermanarse

y puedo esperarte cuando la noche vuele

hacia la noche.

 

La ciudad sube al invierno con la lentitud

de un caracol.

 

Que el mundo se detenga para escribir.

¿Es eso?

 

“¿Me reconoces aire, lleno de los lugares*

que una vez fueron míos?”

 

Tu destino es amar sin saber, tu destino

es morir sin saber.


 

*¿Me reconoces aire….? Rainer María Rilke


Paulina Vinderman ha colaborado con  artículos y reseñas literarias en medios nacionales e Hispanoaméricanos, entre ellos La Nación, La Prensa, Clarín, Babel, "Diario de Poesía" o "Intramuros". Publicó en Feminaria, una revista de teoría feminista que se publicó desde 1988 hasta 2008. Entre los hispanoamericanos se cuentan El Espectador (Colombia), Hora de Poesía (España), Babel (Venezuela) o Hispamérica (USA), entre otras.

Premios Recibidos: Alfonsina Storni, de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires (2019), Primer Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires (bienio 2002-2003), Premio Literario de la Academia Argentina de Letras, género Poesía, 2004-2006 a trayectoria y "Hospital de veteranos", Premio Citta' di Cremona 2006 al conjunto de su obra, Premio Anillo del Arte a mujeres notables 2006, Premio Letras de Oro 2002 a escritor destacado, de la Fundación Honorarte, Premios Fondo Nacional de las Artes 2002 y 2005, Premio Nacional Regional de la Secretaría de Cultura de la Nación (cuatrienio 93-96), Tercero y Segundo Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires (bienios 88-89 y 98-99 respectivamente)

Libros publicados: Tocar el cielo oscuro - Obra reunida (Alción Editora, 2020); Cuaderno de dibujo (Alción Editora, 2017); Ciruelo (Alción Editora, 2014); La epigrafista (Hilos Editora, 2012); Bote negro (Vaso Roto Ediciones, España - México, 2010); Los gansos salvajes (Antología, Universidad Autónoma de Nuevo León, Posdata Ediciones, México, 2010); Bote negro (Alción Editora, 2010); El vino del atardecer (El suri porfiado, 2008); Hospital de veteranos (Alción Editora, 2006); Transparencias (Antología poética, Arquitrave Ediciones, Bogotá, Colombia, 2005); Cónsul honoraria, antología personal (Summa poética, ed. Vinciguerra, 2003); El muelle (Alción Editora, 2003); Bulgaria (Libros de Alejandría, 1998); Escalera de incendio (ed. Último Reino, 1994); Rojo junio (Literatura Americana Reunida, 1988); La balada de Cordelia (Fundación Argentina para la poesía, 1984); La mirada de los héroes (ed. Botella al Mar, 1982); La otra ciudad (ed. Botella al Mar, 1980); Los espejos y los puentes (ed. Buenos Aires Sur, 1978).




Adam Zagajewski, "Intenta celebrar el mundo mutilado"






Adam Zagajewski (1945-2021) nació en Lvov, Polonia, actualmente, Ucrania. Poeta, ensayista y traductor, pertenece a la llamada generación de poetas del  98, caracterizada por su compromiso político, junto a Julian Kornhauser, Ewa Lipska, Ryszard Krynicki y Stanislaw Baranczak, entre otros. Además, de haber recibido numerosos premios de la talla del Princesa de Asturias (2017), Heinrich Mann(2015), Neustadt (2003), su nombre resonó fuerte en los pasillos de la Academia Sueca como posible candidato al Nobel. Sería injusto no recordar a los dos Nobeles que tiene en su haber la lírica polaca: Czeslaw Milosz y Wislawa Szymborska.

Aunque sus primeros libros gozaron de una solidez y estética bien determinada desde sus comienzos, fue después de aquella  poesía emparentada con lo que él mismo denominó “poesía cívica”, de haber sufrido la censura de la Polonia comunista, de su autoexilio en Paris y EEUU y de su ensayo sobre el compromiso político de los escritores,  Solidarnosc i samotnosc (Solidaridad y soledad), que su poesía se fue volviendo estéticamente más independiente. Sin abandonar ese compromiso cívico, circunscribiéndolo al campo periodístico, afirmó en una entrevista: "la poesía está en otra parte, más allá de las inmediatas luchas partidistas, e incluso más allá de la rebelión, aun la más justificada, contra la tiranía”.

Despojado de tales circunstancias exteriores, con esa amalgama de sentido, de errancia, de misterio, de sueño perdido  el poeta construye luz, construye epifanía. Una poesía que une el arte con la música de las palabras: Seurat, Münter, Chardin, “quería escribir como Gustav Mahler componía”. Una poesía escrita con todos los lugares donde el poeta ha vivido, con nostalgia, desarraigo, fronteras divididas, maletas y territorios anexionados, observaciones históricas, filosóficas y lo más profundo de nuestra condición de humanos, “de como ser humanos”.  

 En su poesía hay un equilibro perfecto entre lo sublime y lo cotidiano expresado en un tono sereno. “Es una búsqueda de resplandor” como escribió en uno de sus poemas a propósito de la poesía.Su poesía clara, mística, por lo tanto atemporal, no deja de estar afianzada en su tradición y contemporaneidad. Para Zagajewski, la poesía ha de lograr una alquimia entre "ironía y éxtasis" y el poeta es alguien "consciente de la historia".

“Miles de los neoyorquinos, en una ola de terapia colectiva, arrancaban los versos del Adam Zagajewski  y los pegaban en los lugares de trabajo, en las calles o los enviaban vía Internet a sus cercanos”, cuenta Xavier Farré en su traducción: Tejido Múltiple, Adam Zagajewski, Tierra del fuego. Ocurrió un día después de los atentados del 11 de septiembre cuando su poema “Intenta celebrar el mundo mutilado” apareció publicado en la última página del The New Yorker.

Es el poeta que nos recuerda que mientras el horror sucedía en el mundo seguían existiendo los cuadros de Vermeer y la música de Bach.


Intenta celebrar el mundo mutilado.

Recuerda los largos días de junio  y las fresas silvestres,
las gotas de vino rosé.
Las ortigas, que con esmero cubrían
las fincas abandonadas de los exiliados.
Tienes que celebrar el mundo mutilado.
Miraba los yates y los barcos lujosos;
uno de ellos tenía un largo viaje por hacer,
 a otros les aguardaba sólo un vacío salado.
Viste a refugiados con rumbo a ninguna parte,
oíste a verdugos que cantaban con gozo .
Deberías celebrar el mundo mutilado.
Recuerda los momentos cuando estabais juntos
en una habitación blanca y se movió la cortina.
Vuelve en pensamientos al concierto, al estallar la música.
En otoño cogías bellotas en el parque y las hojas
se arremolinaban en las cicatrices de la tierra.
Celebra el mundo mutilado,
y la pluma gris que un tordo ha perdido,
y la luz delicada que yerra y desaparece y regresa.


El poema fue traducido del polaco por Clare Cavanagh y editado en Adam Zagajewski Without End. New and Selected Poems. Farrar, Straus and Girouoc Nueva York, 2002.