La
primera impresión visual con Guantes es una declaración audaz que
ya nos sumerge en el universo de la obra. El Cristo crucificado parece anunciar el tenor trascendente del “diálogo profundo entre la plástica y la
poesía” que va más allá de la fecunda y antigua amistad del poeta, escritor, crítico Jorge Boccanera
y el artista plástico Jorge Sposari.
En Guantes, dos poéticas conversan
desde la coyuntura de un cuadrilátero, aunque se trate de un boxeador sobre un ring, trasciende el mero combate
y «es un náufrago que manotea las cuerdas, la muchacha abusada, el soldado
desconocido, el mapuche, el inmigrante». Junto a él, emergen símbolos potentes:
el tablero de ajedrez, Cristo en la cruz, bag gloves, el triunfo como fin, la
resiliencia, la finitud, las víctimas. Todas son imágenes
que ahondan con intensidad la creciente fragmentación y la angustia de nuestra
contemporaneidad.
A modo de cercanías literarias, y para citar solo algunos ejemplos representativos, esta obra dialoga con la fascinación por el pugilismo en figuras cumbres de la literatura: desde El púgil de Jorge Luis Borges hasta los cuentos y novelas de Jack London, quien conoció el boxeo en su juventud. Se suma a este linaje el fanatismo de Ernest Hemingway por el pugilato y el apasionamiento de Julio Cortázar, quien encontraba en el boxeo un "espectáculo estético".
Boccanera no solo narra, sino que canta «mi lengua es ese pez tajo que cuelga en el tendedero de los lobos». La enumeración marca un ritmo febril, mientras la descripción teje una atmósfera asfixiante, sin respiro, evocando la pregunta esencial de T.S. Eliot en su ensayo La música de la poesía: "yo deseaba saber por qué una línea era buena (…) y esto la métrica jamás me lo pudo decir".
Con un tono cinético, un diálogo interno presto al amague, y un fluir zigzagueante, Boccanera ensambla versos de Vallejo donde "se pudren sueños que no tienen cuando". Paralelamente, la plástica de Sposari clama por justicia "con su Dios gastado", y la imagen, con la contundencia de un nocaut, sentencia: "la mandíbula un dulce palacio de cristal". La batalla de "los siempre sospechosos de todo" resuena con la voz de Roque Dalton, haciendo del ring un espacio cotidiano donde "Nadie recuerda lo que dejan escritos estos hilos de sangre". Y si bien el gran César Vallejo dice con su corazón de luto: "Todos están durmiendo para siempre", Boccanera los resucita, frescos, conmovedores. A pesar de que cada día culmine en el rincón "La vaselina cubre las palabras", el poeta se revela también como un ventrílocuo magistral y el sparring audaz que consigue incorporar al "Intocable", entregándolo, aunque solo por un momento, osado, solidario, al aplauso del público.
La Convergencia Creativa de Boccanera y Sposari
Esta prolifera amistad creativa comenzó en el año 1974 con Sposari integrándose al grupo literario El Ladrillo, fundado por Boccanera, su huella inicial se manifestó en el diseño de la revista homónima, un preludio de futuras confluencias. Se extendió a diversas exposiciones y, posteriormente, ambos se sumaron a la Cooperativa Integral Gente Unida. Esta entidad no solo se dedicó a la edición de libros, sino que también le dio vida a revistas como: Prontuario, Polémica y deschaves, contando con la participación de figuras como Eugenio Mandrini y Héctor Negro.
Más tarde, en el exilio mexicano, —un período marcado por la dictadura cívico militar que asoló a Argentina entre los años 1976 y 1983— su vínculo se consolido aún más. En la Editorial Tierra del Fuego cofundada por Jorge Boccanera, David Villas y Humberto Constantini entre otros notables, se publicó el libro “Trabajos de Sposari” que antóloga en el decir de: Preliminares de Guantes, sus obras más representativas. A esta publicación le seguirá la creación de la portada del disco “Dejo constancia”, un trabajo que fusionó las letras de Jorge Boccanera con la música de Alejandro del Prado. De regreso en Argentina, su colaboración continuó con renovado brío. Entre sus actividades más destacadas, Sposari fue el artífice del diseño e ilustración de la portada de la primera edición de Marimba, esa emblemática antología de Jorge Boccanera. Poco después, ambos se integraron a la célebre revista Crisis, con Sposari asumiendo el rol de Jefe de Arte y Boccanera, el de Jefe de Redacción.
El destino los reunió
nuevamente en 2014, esta vez en México, para una importante exposición
fotográfica que reafirmaba su fecundo diálogo. Es con notable acierto que la editorial Cisne Negro los congrega ahora
en “Guantes”, una obra que se erige como una comunión esencial entre texto e
imagen, condensación y equilibrio, golpe y sueño, preservando así "ese
hilo rojo entre la imaginación y el trabajo".
Eva Isabel Ruiz Barrios
A modo de cercanías literarias, y para citar solo algunos ejemplos representativos, esta obra dialoga con la fascinación por el pugilismo en figuras cumbres de la literatura: desde El púgil de Jorge Luis Borges hasta los cuentos y novelas de Jack London, quien conoció el boxeo en su juventud. Se suma a este linaje el fanatismo de Ernest Hemingway por el pugilato y el apasionamiento de Julio Cortázar, quien encontraba en el boxeo un "espectáculo estético".
Boccanera no solo narra, sino que canta «mi lengua es ese pez tajo que cuelga en el tendedero de los lobos». La enumeración marca un ritmo febril, mientras la descripción teje una atmósfera asfixiante, sin respiro, evocando la pregunta esencial de T.S. Eliot en su ensayo La música de la poesía: "yo deseaba saber por qué una línea era buena (…) y esto la métrica jamás me lo pudo decir".
Con un tono cinético, un diálogo interno presto al amague, y un fluir zigzagueante, Boccanera ensambla versos de Vallejo donde "se pudren sueños que no tienen cuando". Paralelamente, la plástica de Sposari clama por justicia "con su Dios gastado", y la imagen, con la contundencia de un nocaut, sentencia: "la mandíbula un dulce palacio de cristal". La batalla de "los siempre sospechosos de todo" resuena con la voz de Roque Dalton, haciendo del ring un espacio cotidiano donde "Nadie recuerda lo que dejan escritos estos hilos de sangre". Y si bien el gran César Vallejo dice con su corazón de luto: "Todos están durmiendo para siempre", Boccanera los resucita, frescos, conmovedores. A pesar de que cada día culmine en el rincón "La vaselina cubre las palabras", el poeta se revela también como un ventrílocuo magistral y el sparring audaz que consigue incorporar al "Intocable", entregándolo, aunque solo por un momento, osado, solidario, al aplauso del público.
La Convergencia Creativa de Boccanera y Sposari
Esta prolifera amistad creativa comenzó en el año 1974 con Sposari integrándose al grupo literario El Ladrillo, fundado por Boccanera, su huella inicial se manifestó en el diseño de la revista homónima, un preludio de futuras confluencias. Se extendió a diversas exposiciones y, posteriormente, ambos se sumaron a la Cooperativa Integral Gente Unida. Esta entidad no solo se dedicó a la edición de libros, sino que también le dio vida a revistas como: Prontuario, Polémica y deschaves, contando con la participación de figuras como Eugenio Mandrini y Héctor Negro.
Más tarde, en el exilio mexicano, —un período marcado por la dictadura cívico militar que asoló a Argentina entre los años 1976 y 1983— su vínculo se consolido aún más. En la Editorial Tierra del Fuego cofundada por Jorge Boccanera, David Villas y Humberto Constantini entre otros notables, se publicó el libro “Trabajos de Sposari” que antóloga en el decir de: Preliminares de Guantes, sus obras más representativas. A esta publicación le seguirá la creación de la portada del disco “Dejo constancia”, un trabajo que fusionó las letras de Jorge Boccanera con la música de Alejandro del Prado. De regreso en Argentina, su colaboración continuó con renovado brío. Entre sus actividades más destacadas, Sposari fue el artífice del diseño e ilustración de la portada de la primera edición de Marimba, esa emblemática antología de Jorge Boccanera. Poco después, ambos se integraron a la célebre revista Crisis, con Sposari asumiendo el rol de Jefe de Arte y Boccanera, el de Jefe de Redacción.
Eva Isabel Ruiz Barrios