El secreto
Esta carne de amor que por mi culpa
habrá de transformarse en culpa nueva,
esta irremediable sombra tierna
que habrá de madurar en desconsuelo,
es todavía mía porque tiembla
y yo tiemblo por ella. Río y tiemblo,
mientras la muerte teje sus urdimbres
de sabia soledad.
Ah, cómo necesito conocerla
mirarla sin recelo, invitarla
a tenderse a mi lado y reemplazarme
en la vigilia maternal. Querría
ponerlo entre sus brazos, obligarla
a besarles los párpados dorados,
a amantar su sueño hasta que el alba
lo invadiese poco, mansamente.
Si él ya tiene su muerte, si ha traído
bajo la piel su estrella, su constancia,
¿por qué no frecuentar a quien lo habita
con más amor que tantos que en el mundo
habrán de abandonarlo?... Esta muerte
serena de mi hijo, será quien me releve
en la tarea delicada y terrible
de salvarlo de sí mismo, tal vez.
Cuanto ahora prepara su aleluya
es pulpa inevitable, destinada
a madurar el sol y disgregarlo
en surcos enterrados, poderosos.
Yo misma soy su muerte. Yo, que he dado
voluntad a su risa y a su llanto.
Yo, que invento sus rondas y no puedo,
sin embargo, jugar con su secreto.
(Madero y transparencia, 1962)
Esta carne de amor que por mi culpa
habrá de transformarse en culpa nueva,
esta irremediable sombra tierna
que habrá de madurar en desconsuelo,
es todavía mía porque tiembla
y yo tiemblo por ella. Río y tiemblo,
mientras la muerte teje sus urdimbres
de sabia soledad.
Ah, cómo necesito conocerla
mirarla sin recelo, invitarla
a tenderse a mi lado y reemplazarme
en la vigilia maternal. Querría
ponerlo entre sus brazos, obligarla
a besarles los párpados dorados,
a amantar su sueño hasta que el alba
lo invadiese poco, mansamente.
Si él ya tiene su muerte, si ha traído
bajo la piel su estrella, su constancia,
¿por qué no frecuentar a quien lo habita
con más amor que tantos que en el mundo
habrán de abandonarlo?... Esta muerte
serena de mi hijo, será quien me releve
en la tarea delicada y terrible
de salvarlo de sí mismo, tal vez.
Cuanto ahora prepara su aleluya
es pulpa inevitable, destinada
a madurar el sol y disgregarlo
en surcos enterrados, poderosos.
Yo misma soy su muerte. Yo, que he dado
voluntad a su risa y a su llanto.
Yo, que invento sus rondas y no puedo,
sin embargo, jugar con su secreto.
(Madero y transparencia, 1962)
፨፨፨፨
Por favor,
quédate ahí.
Si te mueves puede regresar
el mundo
(de Insurrecciones, 2003)
፨፨፨፨
Sólo sé que le adeudo bellísimos infiernos.
፨፨፨፨
Sí
las heridas son el mejor manuscrito.
las heridas son el mejor manuscrito.
፨፨፨፨
Él, no tuvo noción del inmenso dolor que ampararía.
Él, no supo jamás que se llamaba Dios.
፨፨፨፨
Serán los niños quienes ajusticien
los niños del espanto nuestra posteridad.
Ana Emilia Lahitte
Ana Emilia Lahitte (1921-2013). Poeta argentina, dramaturga,
ensayista. Creó y dirigió por más de 20 años uno de los primeros talleres de
poesía de la Argentina. Su obra fue recogida en numerosas antologías y traducida al
inglés, francés, alemán, italiano y portugués. Aún, se le deben estudios profundos a su magnífica obra.
Deslumbran esos versos cortos, que lejos de limitar los poemas los abre a un espacio nuevo que reconocemos en lo más profundo de nuestra alma, acaso en donde somos más vulnerables, allí, en "El pulso arduo de la
belleza herida" como ella, mejor que nadie, nombró a sus libros "Los
abismos" y "Los dioses oscuros" publicados en 1978 y 1989, respectivamente.
En un reportaje que le hizo Pablo Montanaro, a un año de la publicación de "Insurrecciones", señaló "es algo así como un S.O.S. hacia adentro”, libro por el cual fue distinguida por Honorarte con “La Página de Oro”, máxima distinción de la institución a un escritor por su trayectoria literaria y aporte a la Cultura y se le entregó el premio “Letras de Oro”.
Los poemas de Ana
Emilia Lahitte son estocadas diamantinas a nuestra egoica sombra, hebras de luz que fulguran en la
intemperie de nuestra humanidad.
Algunos de sus libros: Sueño sin eco (1947), El muro de cristal (1952), La noche y otros poemas (1959), Madero y transparencia (1962), Al sur de marzo (1969), Los abismos (1979), Los dioses oscuros (1980), El tiempo, ese desierto demasiado extendido (1993), Summa de poemas, 1947-1997 (antología, 2001), Insurrecciones (2000), El padre muere (2006) y Gironsiglos (2006).
Algunos de sus premios : Pluma de Plata del PEN Club
Internacional, Centro Argentino (1980), Pluma de Oro de la Fundación Argentina
para la Poesía (1982 y 2001), Primer Premio Nacional de Poesía, Región Buenos
Aires (1983), Premio Konex (1994), Premio de Poesía “Esteban Etcheverría”, de
Gente de Letras (1999). En 2001, la Municipalidad de La Plata la designó
Ciudadana Ilustre.
La foto pertenece a su libro:" SUMMA" de poemas 1947- 1997, con prólogo de Horacio Castillo.
Edición Homenaje, Municipalidad de La Plata.
Edición Homenaje, Municipalidad de La Plata.