Jorge Boccanera, escritor, periodista, crítico, editor. Su vida ha estado dedicada al quehacer literario, su amplia obra ha recibido numerosos e importantes galardones y sus poemas han sido traducidos al holandés, italiano, inglés, japonés, checo, portugués, búlgaro, francés, sueco y húngaro. “Uno de los más notables poetas hispanoamericanos de las últimas décadas”, expresó el jurado de Casa de las Américas de Cuba, al entregarle el premio honorario de poesía José Lezama Lima, en febrero de este año.
Boccanera recorrió todo ese territorio tan diverso como sus geografías y sus pueblos, “esa América Latina que lo “latinoamericanizó”. Vivió en México y Costa Rica, conoció sus costumbres y “se consubstancio con la vida de esos pueblos”. Mucho antes, en Ingeniero White, había crecido escuchando los tangos de su padre, Roberto del Mar, entre reuniones, tangos y marineros que llegaban en los barcos que recalaban en el puerto. -Teníamos una vida colectiva, Imposible no escribir- dice, cuando lo recuerda. Con esa fraternidad y cercanía que lo caracteriza “mantuvo un dialogo a fondo con los escritores que le interesaban”. Con esa amalgama construyó su personalísima voz, “una voz que es plural, porque está hecha de muchas voces escuchadas y leídas”.
Siendo muy joven no dudo en denunciar, primero la dictadura cívico-militar de 1976 y luego sus crímenes, desde cada lugar donde se encontraba. (Cuando se produjo el golpe cívico militar, causa de su exilio, estaba a la espera de recibir el premio Casa de América de Cuba por su poemario Contraseña). Esa experiencia ligada a la extranjería la intensifica con su recuerdo de cuando era niño y se sentaba junto a los pescadores italianos que remendaban sus redes, su madre no entendía como pasaba las horas escuchando esos dialectos. Seguramente, la suma de todas esas circunstancias dotó a la poesía de Boccanera de un despliegue de voces, una peculiar plasticidad y esa particularidad del exilio a la que Octavio Paz le atribuye “una tensión y un valor particular”.
Para Jorge Boccanera “lo que uno afirma va dibujando quién es”. Su poesía registra una honda preocupación por la problemática social tanto como por el lenguaje, es capaz de ponernos en nuevas órbitas de sensibilidad y revelación. Parafraseando a Jorge Luis Borges, la poesía de Jorge Boccanera no celebra, “le da gusto la vida”.
Huyó siempre de los dogmatismos, “no considera al tema político como refractario al texto poético”. Su poesía dice lo que no dice: “El sosiego de una mariposa nocturna escribe un poema político”.
En un mundo cada vez más light, que nos esteriliza la creatividad e incentiva la liquidez en las relaciones, encontramos en su poesía, en sus reportajes y aun en sus ensayos, una honda apuesta por la magnanimidad, contra la desidia; de la solidaridad “contra el exacerbado individualismo”; de la libertad contra todo condicionamiento. Su poesía respira imaginación, “respira deseo que es la medida de la vida”.
Su faceta menos mencionada es la de la enseñanza, fue profesor en los Cursos Libres de la Universidad de Costa Rica; dirigió talleres de Literatura en Costa Rica y México. Impartió cursos de periodismo en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, en Argentina. Durante varios años, ha coordinado la Cátedra abierta de Poesía Latinoamericana en la Universidad Nacional de San Martin, de Buenos Aires. Su amplio conocimiento de la poesía y, especialmente, de la latinoamericana ha hecho de sus seminarios en la UNSAM, una usina literaria que ha congregado a poetas y estudiantes de todas las latitudes. Las salas, muchas veces, colmadas evidenciaban la popularidad de sus cátedras, matizadas de anécdotas, resultantes de fraternales diálogos mantenidos con grandes escritores y artistas en todos los lugares que ha estado.
Para Boccanera, el lenguaje está siempre inacabado, "toda búsqueda poética es una mutilación, una derrota, la expresión de una imposibilidad”. La poesía es “un trabajo con el lenguaje pleno de misterio y ambigüedad”. En un verso dice: “Mi oficio es recibir eso que vive de anunciarse. / Ser la rama de aquello que no se posa nunca”.
En la poesía de Jorge Boccanera, continua Saramago, “Cada palabra extiende la mano hacia la siguiente, la agarra con firmeza, de modo que la intensidad de sentido se ve duplicada y luego se multiplica en un crescendo continúo…”. Su poesía fluye matices, intuiciones, interrogantes que buscan, “raspa el hueso del habla”. “No enumera la cristalería, quiere hacerla pedazo”.
Boccanera sabe que la belleza está hecha de imposibles, dice, esa leyenda que es Juan Gelman y continua, “por eso su palabra no se limita a nombrar cosas, las modela o remodela con sangre de la imaginación vivida en carne y hueso”.
El mosquerío y la belleza copulan en el paisaje carcomido.
Somos apenas un jirón de la brisa esta tarde de
se retuerce hasta juntarse con el mar y un perro
vagabundo va de un paisaje a otro.
Nos abrazamos en un reino de rafia sobre la arena
negra, los nidos de cangrejo, olas de baba roja los sargazos,
serpentina y raíces oxidadas junto joyas podridas, maderos
anudados en su mudez y el perro va adelante,
sus patas dibujan estrellas de tres puntas.
El desove de la tortuga verde llena de moscas esta
esquina del mundo. En las entrañas suenan retumbos
de la lluvia. El mosquerío y la belleza copulan en el
paisaje carcomido.
Nada es verdad. Todo es exceso.
a José Ángel Leyva
Asomará un venado para el que siembra tiempo, lo fabrica,largas hojas de tiempo, muy delgadas, con hebras, cerdas,
hilos, filamentos, hilachas,
y escribe sobre el tiempo de rodillas, sobre un manto de sombras,
y camina después por la hoja en blanco donde la noche está
despierta.
Asomará el venado si el que escribe mete las manos en el tiempo
y roe, lo muerde, lo desgasta, lo adelgaza, lo vuelve tegumento,
membrana.
Cuando el tiempo -pellejo de palabras- roce fugaz el aire,
asomará un venado.
Monologó del necio
¿Quién escribe? El hambre. La voracidad escarba,
agita un esperpento con los ojos vacíos. No hay letra,
hay dentellada. Lo que repuja y muerde.
Feroz el escribir: cada tecla un muñón, clavo que raya
el muslo del silencio.
¿Quién responde? Una voz corroída. Punta
de un corazón mellado que va sobre su presa
respirando preguntas.
A Norberto Salinas
La mariposa amarilla bebe el néctar
de la verbena.
Cada movimiento de sus alas repite
el mismo pensamiento:
Tengo un amigo,
no hay número posible
para esa suma.