Tu corazón penumbra
Tu corazón penumbra
o barco sin latidos,
entre mis manos grises
o frondas angustiadas.
Tu corazón y el mundo marchan juntos.
Tienes la rebeldía en el espanto de la sangre
y la oscura tristeza en los cabellos.
Tu suave corazón, tu carne mía
(¡Oh jaula de mi voz,
prisión de mis tinieblas!)
me duele con las mismas
lentas eternidades.
Sólo escucho rumores, canciones,
multitudes, cosechas y crepúsculos.
Desconozco la ausencia
y cómo ciertos hombres
desfallecen de miedo.
Conozco el hambre, el frío
haciendo de pies mármoles,
la miseria en los gestos
de los desamparados del subsuelo,
el alcohol amarillo, corazón,
que beben trozos de hombres
en la desierta plaza
donde calumnias, iras
y verdes maldiciones
brotan como el cariño
en la piel de los ciegos.
Tu corazón penumbra
o barco sin latidos,
o cera maldecida
trabajada por tactos
angustiosos, durísimos.
Tu corazón y el mundo.
Tienes en la garganta un destello de dicha
en las manos tranquilas cicatrices
y en el hombro derecho la mordida del alba.
¿Sientes a las estrellas dominarnos
como si fueran diosas
o montañas de plata?
¿No sientes en la Tierra,
corazón de mi vida,
un negro, insultante
bochornoso cinismo
de burguesa alegría?
Pero no sabes nada.
Ni la luz, ni banderas
-corazón y bandera-
ni la fuerza ni el odio
que rebasan su cauce,
ni los ojos que lanzan
espigas de verdades,
ni la melancolía
deshecha para siempre.
Algo que se construye no lo oyes.
Tienes el corazón más sordo y necio
que un puñal aterido,
más hueco que un milagro.
¡Tu corazón,
penumbra aniquilada!
(Los hombres del alba)
Verano
¿Qué soledad, qué muerte me destinan
la quietud, la sedante, cariñoso tristeza
donde nazco y perduro?
Nada sé, nada saben, nada sabe.
Nada se sabe al fin de tanto y misterioso
ir y venir de largas pesadumbres de hielo.
Nada se sabe aún. La milagrosa
lluvia de este verano
es callada, y me duele
la cruel melancolía.
Y nada se sabrá.
Los hombres nunca saben
el por qué de la angustia,
ni cómo una magnolia
--esa bestia de mármol inocente--
y un clavel se estremecen
cuando los besos cobran
magnitudes celestes
y sabor de piedad.
Nada puede saberse, no hay remedio.
Los hombres nunca saben
cuánta dulzura y cuánto
quebradizo silencio
hay en una palabra,
cómo es bello llorar
con las lágrimas vivas
y la piel en descenso.
Por eso me pregunto sobre la soledad
y sobre la tristeza: hadas, malignas,
rosas, delicadas, sonrientes
jardines de veneno.
(Estrella en alto)
PUES SÍ
Hablando
Se
Enciende
La
Gente.
DISCRIMINACIÓN
¿Y
Por qué
Nadie
Habla
De los
Presos
Poéticos?
(Dispersión total)
Efraín Huerta
Poesía completa - ed. Martín Soler.
Fondo de Cultura Económica, 1988.
Efraín Huerta (1914-1982), Poeta, periodista y crítico mexicano.
Es una de las figuras centrales de la literatura mexicana del siglo XX. Conocido como el "El Gran Cocodrilo" fundó junto a Octavio Paz, Rafael Solana y Neftali Beltrán la revista Taller (1938-1941). Poeta exquisito de una vitalidad expresiva magistral que no
le impidió ser, también, un poeta de ruptura; utilizando técnicas
neo-vanguardistas que crearon nuevos espacios en la poesía mexicana.
Entre los muchos premios que le otorgaron, recibió las
Palmas Académicas del gobierno de Francia, (1945); el Premio Xavier
Villaurrutia, (1975); el Premio Nacional de Lingüística y Literatura, (1976) y el
Premio Nacional de Periodismo en divulgación cultural (1978).
Obra poética: Absoluto amor, (1935); Línea del alba, (1936); Poemas de
guerra y esperanza, (1943); Los hombres del alba,(1944); La rosa primitiva,
(1950); Poesía, (1951); Poemas de viaje, (1953); Estrella en alto y nuevos
poemas, (1956); Para gozar tu paz, (1957); ¡Mi país, oh mi país!, (1959); Elegía de la policía montada,
(1959); Farsa trágica del presidente que quería una isla, (1961); La raíz
amarga (1962); El Tajín, (1963); Poemas prohibidos y de amor, (1973); Los eróticos y otros poemas, (1974); Estampida
de poemínimos, (1980); Tranza poética, (1980); Estampida de Poemínimos, 1985; Dispersión
total, (1986).